Expresarte o pensar así está directamente vinculado a la actitud positiva y la base de lo que denominan mentalidad de crecimiento. Es una habilidad de la inteligencia emocional en la que tienes una actitud optimista respecto a lo que te sucede, a la posibilidad de desarrollar tus propias habilidades y a creer que otras personas también tienen esa capacidad de crecer y desplegar sus fortalezas.
La psicóloga Carol Dweck de la Universidad de Stanford dice “que la manera en que pensamos respecto a nuestras habilidades se puede convertir en una profecía capaz de cumplirse. Si tenemos una mentalidad “rígida” y “fija” suponemos que nuestros fracasos y contratiempos se deben a una carencia innata de capacidad y terminamos dándonos por vencidos.
Quienes tienen una mentalidad inamovible consideran que cada prueba a la que se someten sus habilidades es una ponderación de su valor como personas; anhelan la aprobación que sólo reciben cuando hacen bien las cosas. La mentalidad de crecimiento en cambio, permite ver los desafíos desde una perspectiva en la que la pasión por el aprendizaje, así como una profunda creencia en el lema Puedo aprender a hacerlo mejor, impulsa a cualquiera a avanzar.
El concepto de la mentalidad de crecimiento de Dweck combina dos habilidades de la IE: el logro y la actitud positiva. A esta actitud positiva respecto a tu propio potencial, Dweck le añade la noción de que los contratiempos y los fracasos son oportunidades de aprendizaje, no obstáculos infranqueables.
Desde hace mucho tiempo los psicólogos han sabido que atribuir los contratiempos a fallas inamovibles de nuestra personalidad nos hace renunciar cuando se presentan las dificultades y de acuerdo a Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania es una de las causas de la depresión en la mayoría de los casos.
Pero Seligman también ofrece otra forma de revertir esta “impotencia aprendida”, ayudándole a la gente a desarrollar perspectivas más positivas a las que denominó “optimismo aprendido”.
Entonces tendrías que proponerte a “cambiar de mentalidad”. Cambiar de mentalidad implica pensar de manera distinta. Un buen método para pasar de una mentalidad fija a una de crecimiento consiste en añadir de manera consciente la palabra “aún” o “todavía” al final de cualquier suposición limitante como: “No puedo hacer eso todavía”.
Seligman descubrió que otro modo de modificar la mentalidad consiste en poner en duda la idea de que nuestras habilidades son inalterables y limitadas, y en recordarnos a nosotros mismos que siempre podemos aprender y desarrollar nuestras fortalezas.
La mentalidad de crecimiento te permite verte a ti mismo o a ti misma como una persona capaz de aprender de los fracasos y los contratiempos y de desarrollar habilidades. Este principio funciona en todos los ámbitos, desde el entrenamiento deportivo hasta los negocios, pasando por la crianza y la enseñanza, además ofrece una motivación para continuar esforzándonos (determinación de apoyo).
En conclusión: las creencias que tenemos respecto a nuestras habilidades y a lo que podemos lograr le añaden energía a lo que deseamos hacer y, de hecho, nos abren el camino hacia el éxito. La actitud “yo puedo” trabaja en sinergia con la habilidad de logro y genera una orientación interna hacia ser cada vez mejores, la cual es esencial para alcanzar cualquier meta y, en especial, para mejorar las habilidades de inteligencia emocional. Pero necesitas comprometerte contigo mismo.