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MI RESPONSABILIDAD PERSONAL PARA CONTRIBUIR A LA FELICIDAD DE MI ENTORNO

18/02/2025

Andrés Oppenhaimer, para escribir su libro ¡CÓMO SALIR DEL POZO!, no sólo leyó los principales estudios científicos que se han generado sobre la felicidad, también entrevistó a sus autores y eso nos da la oportunidad de reflexionar sobre el trabajo que han ido haciendo a nivel de país, los países con mejores índices de felicidad.

 

Ser felices, es una responsabilidad compartida y a cada cual le toca, desde el ámbito en que se desempeña, poner su granito de arena para realmente lograr vivir en un ambiente sano, productivo, que nos acerque a ese fin último para lo cual venimos a este mundo y es a ser felices.  De eso trata la nota de esta semana, un momento de reflexión sobre la responsabilidad que tú tienes para que América Latina deje de ser el continente pesimista.

 

 

George MacKerron, creador de “Mappiness”, economista del comportamiento de la London School of Economics y la Universidad de Sussex explica: “que los resultados de sus estudios demuestran que cuando uno se encuentra en espacios verdes de las ciudades y aún más cuando está frente al mar o en las montañas, es más feliz.  Incluso dice que “la belleza natural no parece estar exclusivamente limitada a la naturaleza”, sino que puede ser replicada en ambientes urbanos. O sea, los países y las ciudades pueden elevar los niveles de felicidad de su población con políticas públicas que hagan más lindos y más verdes los espacios urbanos.

 

También señala que las claves de la felicidad más frecuentemente citadas por los expertos son la seguridad económica, las relaciones personales, el sentido de propósito, la libertad individual y el acceso a espacios verdes. Y agregó otra que pocos mencionan: una vida sexual satisfactoria.

 

Pero Alain Cohn, profesor de la Universidad de Michigan y autor principal del estudio “La Honestidad Cívica en el Mundo” dijo que la honestidad cívica es esencial para el desarrollo económico y la felicidad de los países. “Sin honestidad se quiebran las promesas, se inclumplen los contratos, se dejan de pagar los impuestos, y los gobiernos se corrompen. Estos quiebres de confianza son muy costosos para los individuos, las organizaciones y las sociedades en su conjunto”, reconoce su estudio. Por ejemplo, la deshonestidad da como resultado enormes fugas de capitales de países en desarrollo porque la gente no confía en sus gobiernos, y eso frena el crecimiento económico y la lucha contra la pobreza.  No es casual que los países con altos niveles de ingresos, y donde la gente tiene los servicios de salud y educación asegurados, encabecen la tabla de los más felices del mundo. Aunque dice Helliwell “que los altos niveles de ingresos no garantizan la felicidad de los países, pero son un factor muy importante”.

 

El profesor de psiquiatría de Harvard, Robert Waldinger expuso que otro tema recurrente en su investigación sobre la felicidad fue el sentido de propósito y el trabajo voluntario. El trabajo voluntario estimula las áreas del cerebro que producen satisfacción, reducen la presión arterial, alargan la expectativa de vida y aumentan la felicidad, de acuerdo con muchos neurocientíficos. Un estudio de 70,000 personas que se llevó a cabo a lo largo de casi dos décadas en GranBretaña concluyó, que la gente que ha hecho trabajo voluntario durante el último año se siente más satisfecha con su vida y reporta estar en mejor estado de salud que aquellos que no lo han hecho.

 

Según el investigador británico Ricky Lawton, autor principal del estudio del “Journal of Happiness”, hay tres motivos por los que el trabajo voluntario aumenta la felicidad. Cuando uno hace trabajo voluntario o realiza un acto altruista, tiende a experimentar una satisfacción inmediata, independientemente de si esa labor tiene algún impacto o no. En segundo lugar, el voluntariado aumenta la conexión social, y en el caso de los jubilados, les permite seguir sintiéndose conectados con otros, después de haberse jubilado. Y en tercer lugar, el trabajo voluntario le permite a los jóvenes adquirir nuevas habilidades que probablemente usarán en sus futuras carreras o para mejorar sus currículums. O sea, hacer el bien hace bien.

 

Otra sorprendente fuente de felicidad es el acceso a espacios verdes. En la mayoría de los países más felices, como los escandinavos, la gente siente una gran pasión por las caminatas en los bosques y el contacto con la naturaleza. Esto ha sido difícil de comprobar científicamente. Sin embargo, la tecnología está corroborando que es cierto: la gente que vive o frecuenta espacios verdes es más feliz que la que pasa la vida en junglas de cemento.

 

En conclusión, quizás en América Latina las asignaturas pendientes para ser un continente feliz son promover una visión de sociedad que tenga el bienestar y no sólo la riqueza en su centro, para llegar a tener una economía sana y una sociedad feliz. Sin embargo, en el próximo número conversaremos sobre “las diez recetas que nos sugiere Andrés para salir del pozo”.